El hombre propone...

Los primeros días, del año, del mes, de la semana, están ahí para cruzarlos, no hay que buscarles otro sentido, preferentemente con buen pie y un puñado más o menos asequible de propósitos. Los míos nunca son volver al gimnasio, dejar de fumar o ponerme a dieta (a estas alturas a quién quiero engañar), sino colgar una entrada en mi ventana, adelantar trabajo, leer algo bueno, no cabrearme con el pase de micros de OT, en que las canciones tienden a calificarse de «potentes», los concursantes van a intentar «darlo todo» y los anglicismos para parecer más in me hacen pensar que igual soy yo la que está out y no quiere reconocerlo. Pero esta mañana se me ha instalado una jaqueca perniciosa y esa sí que potente, mucho más que la tal Noelia pegando voces a la hora de la siesta, que me ha dejado KO y todos esos pequeños objetivos que tenía se han deslizado, y nunca mejor dicho, por el retrete entre arcadas y ganas de que sea ya martes. Por eso me he acordado del famoso refrán «El hombre propone y Dios dispone», que en realidad procede de los Proverbios bíblicos, y religiosamente me he resignado a la situación con una madurez inusitada en mí, que a veces me creo Batman sin Robin y que puedo con todo, cuando, como diría otro adagio, «quien mucho abarca poco» etcétera, y tampoco pasa nada por pasar, valga la redundancia, un día in albis además de «de perros». (Y algunos sabrán a lo que me refiero).

En cualquier caso, aprovechando esta tregua que me concede mi cabeza, os aviso de que el jueves estaré tan bien acompañada que no puedo dejar de advertiros, pues en el café Metáforas tendrá lugar la presentación de dos libros de la nueva colección de Karima Editora, El gato y la madeja, que inauguran dos poetas excepcionales con los que he tenido el privilegio de compartir talleres y cervezas. Me refiero a Florencio Luque, autor de un precioso conjunto de aforismos prologado por una servidora; y Gregorio Dávila, cuyas palabras preliminares corren a cargo nada menos que de don Fernando Rodríguez-Izquierdo. Quién mejor para comentarnos un repertorio de haikus.

Por supuesto, todo gracias a Sara Castelar, que vuelve para este acto a la que siempre será su tierra, y de todos los que quieran acompañarnos. Ya digo que merece la pena hacerse con estas dos criaturas que vienen a endulzarnos lo que, al menos para mí, que soy de muchos berenjenales, se augura como un crudo y larguísimo invierno...

Elena Marqués

El hombre propone...

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Los libros que leo

La casa de los gatos

Conocí a Gregorio Verdugo en una tertulia literaria. En «nuestra» tertulia, que es también, y/o sobre todo, una reunión de amigos. Gente que se congrega en torno al «vicio» común de la Literatura. Gente que lee y (alguna) escribe. Todos esperamos de un escritor que cada libro que presente sea mejor...
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Cenizas y rosas

Escribir sobre el duelo, sobre perder a un padre y sentir al fin el significado de la palabra orfandad, no creo que sea fácil. Y mucho menos si lo que se propone la autora es, además, dejar constancia del más o menos largo tiempo previo en que la vejez impone su exasperante lentitud, sus múltiples...
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Días de redención

«Los recuerdos se complacen en visitarnos / a su capricho». Así se inicia el poema «María», de Días de redención; un libro en el que de nuevo escuchamos la voz clara a la vez que profunda de Tomás Sánchez; un compendio en el que vuelve sus ojos al piélago de su pasado y recorre, con evidente...
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Velocidad de los jardines

Casi treinta años después de su publicación, aún seguimos leyendo Velocidad de los jardines; un libro inaugural de lo que el mismo autor denomina «postcuento» o «anticuento» o un lugar donde se superan fórmulas gastadas y se abren ventanas con vistas a. Un experimento exitoso. Se inicia este...
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Apuntes del natural

Se diría, por el nombre del poemario, que en Apuntes del natural la escritora sotileña Lola Almeyda ha decidido cambiar de armas. Es obvio que no, que sigue empleando la de la palabra. Pero esta vez se le antoja erigirse en creadora y arquitecta; en diosa (aunque «nunca quise ser Dios», pues conoce...
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La pared del caracol

Desde el principio, el título del nuevo libro de Ana Isabel Alvea me enfrentó a una curiosidad, más que a un misterio. Es lo que tienen las anfibologías. ¿A qué se refiere con La pared del caracol? ¿Al muro que gana el gasterópodo con exasperante lentitud y paciencia, a la tapia por la que resbala...
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El camino imperfecto

Hace poco, en la consulta del Doctor Goodfellow, mostré mi entusiasmo (creo que lo llamé directamente «enamoramiento») por la escritura del portugués José Luís Peíxoto, en concreto por su Autobiografía; un libro con fondo y hechuras saramaguianos que me hizo disfrutar mucho entre las «estrechas»...
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Después de muchos inviernos

«Nada empieza en el punto donde creemos que empieza. Las cosas siempre vienen de algún momento anterior, lejos de nosotros, y terminan en un futuro que ni siquiera sospechamos». Hace poco compartí en redes estas palabras de Marian Izaguirre porque creía haber leído algo parecido en algún sitio. Y...
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Antes del Paraíso

«A mi padre, a mi madre, les faltaba alguna cosa». No es que esta frase sea una de las más brillantes del libro, pero si la traigo aquí, a esta ventana, es porque estoy segura de que a todos nos falta más de una cosa (por eso, como el padre de Jorge en el primer relato, escribimos y, sobre todo,...
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Bajamares

Por una vez voy a empezar por el principio: por los paratextos que anteceden esta alucinante y alucinada Bajamares de Antonio Tocornal. Porque si las citas de Rulfo y Cristóbal Serra nos sugieren que habremos de sumergirnos en un tiempo y en un espacio profundamente oníricos, la de Francisco de...
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