Después de muchos inviernos

«Nada empieza en el punto donde creemos que empieza. Las cosas siempre vienen de algún momento anterior, lejos de nosotros, y terminan en un futuro que ni siquiera sospechamos».

Hace poco compartí en redes estas palabras de Marian Izaguirre porque creía haber leído algo parecido en algún sitio. Y porque estoy segura de que tienen razón. Yo, de hecho, añadiría a ese comentario, que mucho me recuerda a las múltiples maneras en que puede abordarse la narración de una historia, que, para cada uno de los elementos de ese «nosotros» del enunciado, tales cosas pueden empezar antes, o después, o terminar sin darnos cuenta, o no acabarse nunca. Y, en cualquier caso, contarse desde puntos de vista muy diferentes sin que ninguno de ellos sea del todo incierto, ni tampoco del todo verdadero.

A ello se aplica Marian Izaguirre, a ofrecernos desde dos focos, desde dos narradores en primera persona, unos mismos acontecimientos y referir de esa manera fragmentaria y no lineal (se producen ciertos saltos cronológicos) lo que en un principio se augura como una historia de amor abocada al fracaso. Será porque el hecho de que se inicie con un crimen (aunque aún desconocemos el nombre de la víctima y el del joven que dormitaba sobre la cama, e incluso ignoramos hasta qué punto esta muerte tiene que ver con el resto de los acontecimientos) y que la pareja protagonista sea bastante desigual en cuanto a procedencia social, intereses y forma de ser (frente a la determinación y la energía de Henar, la pasividad y la pereza de Martín), así como por haberse formado demasiado pronto (la de cambios que le espera a cada cual) a través del engañador sistema del flechazo, me conducían a esa deducción.

Sin embargo, no es el romance de esos dos jóvenes que escapan shakesperianamente al inicio de la novela, que huyen de Bilbao a Madrid para acomodarse en una corrala con baños colectivos y humilde vecindario (algunos de esos moradores adquieren peso y trascendencia en el devenir de los acontecimientos), lo más importante de esta obra, sino el retrato de una época algo oscura (la España de los años sesenta no era ni mucho menos la de ahora, ni política ni sociológicamente) y, sobre todo, la evolución de unos personajes que terminan por resultarnos vivos, cercanos y reales a pesar de los extraordinarios avatares que los azotan, los sueños por los que luchan (él, Martín, quiere ser escritor, y termina trabajando como editor, por lo que conoceremos algunos tejemanejes de ese oficio en el que las publicaciones eran eminentemente masculinas) y los espacios en que se mueven (entre Los Ángeles y Buenos Aires, entre Finlandia y Creta). De hecho, el contraste entre esos dos mundos también resulta de interés, el glamur de la industria del cine, no exenta de mezquindades (se me hace muy creíble la tía Cecilia, estrella en declive por el solo hecho de envejecer; su relación con un hombre casado, habituado también al engaño y a resolver los asuntos a su manera peculiar), frente a la esencial sencillez de la naturaleza del Mediterráneo (el mar como fuente de vida y fin de la existencia) donde Henar termina sus días. Y, por supuesto, la humildad de ese primer domicilio donde conocen a la señora Emilia, a Clara y a Lupe, otras dos secundarias trazadas a grandes rasgos pero con gran acierto, y tan diferentes a aquellos otros personajes que se mueven en la isla griega, cuyos dramas, al menos el de Rute (me gusta especialmente ese relato sobre la relación con su madre, lo que se deduce y en lo que desemboca), intentan resolverse de un modo muy distinto.

Existe también un marcado contraste (léase al respecto el capítulo «Dos hombres frente a frente») entre Martín y Luca, los hombres que rodean la vida de Henar. El segundo aparece, como no puede ser de otra manera, más difuminado, por el simple hecho de que sabe conceder el espacio necesario a su pareja, por ser más libre y más sincero. Por otra parte, si bien ambos elementos del «nosotros» del que hablaba al principio defienden con sus propias palabras el porqué de sus actuaciones y sus decisiones, esos mismos relatos nos descubren sus muchas sombras, sus muchos defectos, entre los que quizás planee el orgullo como el mayor de todos. Así, las repetidas mentiras de Martín, el poco interés por escucharlo de Henar, la falta de comunicación, en definitiva (las cartas sin abrir son un pequeño arañazo en el corazón), terminan alejándolos y convirtiéndolos en lo que al final son: dos desconocidos que aún guardan el recuerdo de un amor que no fue.

Pero lo que a mí particularmente más me interesa es el carácter reivindicativo de esa mujer que «sacrifica» su vida familiar por desarrollarse profesionalmente en un mundo eminentemente masculino, que consigue una posición y un prestigio por su mero talento. Que logra sobreponerse al chantaje emocional al que se somete a las mujeres por no dedicarse a sus asuntos. Que vuelca su esterilidad corporal en una gran creatividad. Que transforma sus caprichos y mimos de niña rica en la generosidad de crear una cooperativa de mujeres, un taller de costura del que poco beneficio puede obtener salvo el de vivir en paz.

Por último, me gustaría destacar la solvencia de Izaguirre tanto en los diálogos, abundantes y bien construidos, como en las descripciones de la naturaleza y de los tejidos que acompañan la vida de la protagonista (la rica terminología del mundo de la alta costura, con ese encanto especial), así como en la misma estructura de voces alternas y saltos temporales y espaciales. Su estilo es sencillo, que no simple, fácil de leer, y sabe captarnos desde el principio y ganarnos a la causa de la palabra, no tanto las que no se pronunciaron como las que, como colofón del libro, «aún tiemblan bajo las hojas de las moreras».

Elena Marqués

Marian Izaguirre (Bilbao, 1951) reside entre Madrid y Barcelona. En 1991 aparece su primera novela, La vida elíptica, con la que obtuvo el Premio Sésamo. Desde entonces ha publicado Para toda la vida (1991), El ópalo y la serpiente (1996), el volumen de cuentos Nadie es la patria, ni siquiera el tiempo (1999), La Bolivia (2003), La parte de los ángeles (2011), La vida cuando era nuestra (2013), que fue traducida a nueve idioma, Los pasos que nos separan (2014) y la reedición de El león dormido (2015). En 2017 ve la luz Cuando aparecen los hombres.

 

Después de muchos inviernos

No se encontraron comentarios.

Nuevo comentario

Los libros que leo

La historia de Sevilla en 80 objetos

La joven editorial El Paseo viene pisando fuerte, o apostando sobre seguro. En esta ocasión, después de publicar otro de los divertidos episodios del conocido como «el Rancio Sevillano», no se ha equivocado con el fichaje de Manuel Jesús Roldán, que nos resume La historia de Sevilla en 80...
Leer más

Mala letra

Quienes empezamos a escribir generalmente nos decantamos por formas cortas, e incluso nos sumergimos con arrojo en la poesía (qué ilusos) confiados en que la dimensión nos facilitará el asunto. Sin embargo, no es el relato género fácil, ni sencillo resulta agruparlos en un volumen y conseguir con...
Leer más

Pequeños versos furiosos

En la pasada feria del libro de Bormujos, celebrada en noviembre, se presentó la obra de Lola Almeyda Pequeños versos furiosos. Por la amistad que me une con la autora, me pidió fuera su maestra de ceremonias; algo a lo que no me podía negar porque era para mí un orgullo y, por supuesto, porque,...
Leer más

Lloverá sobre tu nombre

Tengo entre las manos un libro de poemas. Al abrirlo, encuentro una voz familiar que no piensa enmudecer así caiga el diluvio. El agua que de él dimana, hecha orbayo, calabobos o galerna (así van aumentando sus versos en belleza e intensidad), es una lluvia que riega plazas donde alguna vez (aún...
Leer más

Instrucciones para cuando anochezca

Puesto que Lola Almeyda es prácticamente capaz de escribir de casi todo, y con una profundidad y una sabiduría que más de uno quisiera para sí, acepto estas instrucciones (algunas en un tono quizás demasiado imperativo, acostumbrados como estamos a desoír siempre), dando por seguro que las habré de...
Leer más

El azar y viceversa

¿Qué puedo añadir a lo que ya se ha escrito sobre este libro? Mucho me lo habían recomendado, y alabado; pero, como se suele decir, verlo (o leerlo) para creerlo. Yo, que reconozco mi debilidad por los personajes desgraciados (aunque en su descargo diré que el protagonista de El azar y viceversa...
Leer más

El diablo en el cuerpo

Que la voz de Isabel II, «la de los Tristes Destinos», aquella reina gorda, chata y castiza tan dada a los escándalos, se alce desde el Purgatorio es algo con lo que no contaba al enfrentarme a El diablo en el cuerpo. Ese hecho ya me hace estar atenta desde el principio. No por nada, sino porque me...
Leer más

Palabra de sal

Palabra de sal, primera novela de la joven escritora granadina Mónica Collado, tiene, entre sus muchas cualidades, la de enfrentarnos a una historia atemporal (válganos su primera frase: «Echada en la noche, abandonada a mis pensamientos, el tiempo parecía no existir»), apoyada en los ciclos de la...
Leer más

Los refugios que olvidamos

 El jueves 20 de octubre tuve el enorme compromiso de acompañar a Jesús Cárdenas en la presentación de su nuevo libro; un acto en el Café Cicus amenizado por la lectura de sus versos a cargo de poetas y amigos como María José Collado, Vito Domínguez, Pilar Alcalá, Juan Martínez Iglesias...
Leer más

Tres mil viajes al sur

Josefa. Alberta. Blessing. Esperanza. Cuatro historias que transcurren en el sur, cuatro vidas que comparten un espacio luminoso y cerrado del que salir parece imposible. En esa lucha se debaten sus protagonistas. Una lucha real, pues no hay en ninguna de ellas una actitud pasiva, si bien a Josefa...
Leer más
Crea una web gratis Webnode