Andar sin ruido
Soy una enamorada del cuento y del silencio, no sé si en ese orden, así que más tarde o más temprano tenía que leer este libro. El azar y septiembre se confabularon de tal forma que acabé en su primera presentación en Sevilla, con una librería Casa Tomada «tomada» por una multitud ávida de leer a Carlos Frontera y escuchar lo que tuviera que decirnos.
Me encuentro ante un joven con reflejos que emplea una «cortina de humor» para dejarnos en absoluta zozobra y con el corazón inquieto. Nos habla directamente de todo lo que le/nos importa, desde cómo reaccionan los hombres ante el abandono («Las novias cuando nos dejan») hasta las difíciles relaciones familiares, pues realmente sobre esos dos temas, la pareja y el entorno más próximo, gira la mayor parte de estos textos que se reúnen en este precioso volumen de la ya prestigiosa editorial Páginas de Espuma. Véase como ejemplo el que da al título al libro, donde madre e hijo (y perro, claro) se sienten obligados al silencio para no molestar al padre-esqueleto que preside el salón con su sonrisa tétrica. Y aunque el mismo autor confesara que no existe una línea común a todos ellos (ya vemos que algo hay, aunque sea de un modo inconsciente por su parte), los unifica la pericia del lenguaje, la rotundidad de su voz madura; la observación de la realidad con ojos especiales, hirientes; la decantación de lo cotidiano (ese olor de las albóndigas maternas, que es otro modo de hacer poesía) para extraer verdades como puños, para destilar el rostro más humano de las cosas.
Hay algunos especialmente poéticos, como el breve «Te Q», que empieza, desgarrado, con un mantra que se repite: «No tiene sentido dejar de quererse». También el que cierra el libro, «Charquitos de lluvia», donde Concepción «sueña con regar los arriates coralinos» con uno de sus vecinos. Otros durísimos, como «Obrar bien», en que una hija se despide de su padre pero no como uno se esperara. Muchos, casi todos, se desarrollan en el interior, en el interior de una casa (no así «Si todos los chinos saltaran a la vez»), con algo de extraña claustrofobia y demasiado de derrota o desesperación (léase «Una ligera sensación de puaj»); pero también en el interior de nuestras cabezas, de nuestra piel hecha jirones. Como ese «Todas las familias felices» en que se afronta el dolor del crecimiento de una manera tan gráfica como ¿extravagante?
Y no podemos olvidar lo que quizás suponga la creación de un nuevo subgénero fronteriano, el cuentómic, en que texto y dibujo se complementan para contarnos una lucha entre machos alfas, mujeres betas y parejas omegas donde es complicado «Conquistar más cotas».
Es difícil calificar este libro. Hay mucho de surrealismo, mucho de verdad, mucho de humor y otro tanto de desgarro disfrazado en el juego de las palabras; esas que a veces significan otra cosa y no que Michael Jackson haya muerto, ni mucho menos. Hay también un alto grado de tensión, como la que despierta el cenicero suspendido en el recibidor de «Transparente y no» símbolo de esa tirantez que a veces se adueña de las relaciones humanas.
En fin, ¿qué queréis que os diga?, así hasta 17 pequeñas joyas que invito a leer, que estoy segura no os van a dejar indiferentes, y que auguran un brillante futuro literario a este enamorado de Franco Battiato y de la escritura con mayúsculas.
Elena Marqués
Carlos Frontera es Diplomado en Turismo. Ha sido alumno en dos talleres literarios y durante unos años mantuvo un blog de creación literaria. Algunos de los microrrelatos que publicó allí fueron premiados en distintos concursos. Cuentista empedernido, varias de sus criaturas han sido publicadas en diversos medios: Cuentos para el andén, La nave de los locos, revista Narrativas, Internacional Microcuentista, El Topo Tabernario…
Acaba de publicar el libro de relatos Andar sin ruido (Páginas de Espuma, 2017), que está teniendo una maravillosa acogida por parte de lectores y críticos.