La acústica de los iglús

Por circunstancias que prefiero no contar, porque me dejarían en ridículo, no he leído La acústica de los iglús hasta hace unos días. Y, aunque había escuchado magníficas críticas sobre la ópera prima de Almudena Sánchez, que quedó finalista en premios tan prestigiosos como el Ojo Crítico y el Setenil y eso a veces, en mi caso, juega en contra porque termino disfrutando menos de lo que espero, debo decir que esta vez no ha ocurrido así. Que la experiencia ha sido eso: una verdadera experiencia que ha puesto en tensión mi mente y mis nervios. Que me ha dado varios golpes bajos. Que me ha emocionado-epatado-roto. Que no me ha dejado indiferente. O sea, que ha cumplido con una de las funciones de la literatura de hacerme salir de sus páginas distinta a como entré.

En diez relatos que corroboran la buena salud del género en nuestro país, asistimos a los estragos de una dolencia sin nombre entre paredes blancas de un hospital, y al encuentro con la señora Smaig intentando tapar las imperfecciones y las cicatrices del mundo. Al descubrimiento, por mor de la enfermedad, de la nueva forma de mirar que esta concede. Escapamos, con Percival (ay, ese color artúrico) y una mujer atractivamente armada, de las arenas movedizas; huimos de la inestabilidad (¿de la realidad?) hacia qué en un microcosmos con forma de caravana a través de un paisaje cambiante pero siempre desolador como símbolo del camino errabundo de la vida. De un camino donde la libertad parece imposible y el frío hace crecer estalactitas en los dedos y plantas en los bolsillos a la encantadora y natural manera del realismo mágico. Emprendemos otro viaje (ya se está viendo que es uno de los puntos de partida en estos cuentos) con el objetivo de recolectar basura espacial (porque también hay muchos desechos que recoger en el libro) y así olvidar el ingratamente temprano olvido de un novio. Contemplamos las evoluciones de un nadador ciego recorriendo-soñando siempre las mismas aguas, donde la protagonista querría esconderse quién sabe si en un nuevo viaje a la semilla amniótica, siempre protectora, siempre esperanzada, siempre silenciosa en un libro donde la música, la acústica, se erige en coprotagonista. Nos subimos a un peculiar teleférico con un matrimonio ya anciano para ver un eclipse o a un crucero con Camila, la mejor compañía para evitar la incómoda presencia del silencio… Y así, sin bajar la tensión, hasta el final, si es que el final no es el principio de algo más.

Porque los personajes de este libro parecen siempre al borde de algo, de un abismo desconocido. Viajan, celebran actos inaugurales (léase el relato «El arte incrustado», donde una adolescente se inicia en la música y en la sexualidad), piensan (uf, y tanto que piensan)… Y son frágiles, y están solos, abandonados en una «posición fronteriza» (así se define la protagonista de «Apuntes desde la bóveda celeste», cuyo título, con ese «apuntes» como frontispicio, ya nos anuncia otra trascendente provisionalidad: la de las habitaciones de los hoteles donde nacen niños sin nombre condenados a vivir a la deriva), y se sienten angustiados, dañados por las separaciones y el desamor, como ciegos nadando en círculos, lo que los convierte en seres plenamente humanos, con su complejidad y sus contradicciones. Y a eso se añade que las circunstancias que los rodean, donde puede ser martes y sábado a un tiempo, nos producen un clarividente extrañamiento.

Además, esa forma musical y melancólica de contar, fragmentaria, a veces intuitiva y/o desordenada (pero el desorden solo es aparente), que la misma Sánchez define en una entrevista como «onirismo poético-desgraciado»; esa manera de concatenar frases breves, de mezclar lo cotidiano con lo extraordinario, de reunir términos antitéticos, discordantes, para ser lanzados en anchas enumeraciones donde se mezclan el dolor y el humor en cierto conmovedor surrealismo, en una fórmula lírica desdramatizadora, me resulta magistral y luminosa, a pesar del dolor, que es mucho, que cuenta y que nos cuenta.

Hay frases que me han electrizado, como esa «Lo peor de la vida sucede en los gerundios», que es como decir siempre, en el transcurso de ese ocurriendo perpetuo que es la existencia. O como «Los individuos nos intercambiamos el aire por las aceras, y sin embargo evitamos mirarnos de frente» que duele tanto porque es cierto.

En fin, que ahora me maldigo por haber pospuesto la lectura de La acústica de los iglús, primer libro de Almudena Sánchez, aunque quién lo diría.

Por eso os animo a que vosotros no lo hagáis, a que no perdáis el tiempo, porque también lo mejor de la vida sucede en los gerundios.

Elena Marqués

Almudena Sánchez (Palma de Mallorca, 1985) es periodista y máster en Escritura Creativa.  Como periodista, colabora habitualmente con reseñas y entrevistas en revistas y medios nacionales como Tales LiteraryOculta LitÁmbito Cultural o Culturamas. En 2013 fue incluida en Bajo 30, antología de nuevos narradores españolesLa acústica de los iglús (Caballo de Troya, 2016) es su primer libro de relatos. 

 

La acústica de los iglús

No se encontraron comentarios.

Nuevo comentario

Los libros que leo

Las calles del tiempo

Aunque muchas veces los lectores afirmamos que nos gusta meternos en los libros para viajar lejos, más allá de nuestras fronteras, sucumbimos con mayor facilidad a sus historias cuando estas transcurren por nuestros espacios más queridos. Como si, al pasear los ojos por las páginas, camináramos de...
Leer más

Nunca debiste atravesar esos parajes

«Dicen que matar a una persona no es sencillo. De mis primeras clases recuerdo aquello de que el asesinato es una interacción entre el criminal y su víctima. Cuando vienes de una familia como la mía, la muerte adquiere un carácter cotidiano, tanto como el de la fruta o las pantallas de...
Leer más

De Homero y otros dioses

El año que se apaga, si dejamos a un lado crisis y pandemia, que no sé hasta qué punto es eso posible, se ha convertido en una continua celebración para dos filólogas llamadas como mi primogénita. No pasa una sola semana sin que salte el nombre de una de ellas en medios y redes, ya sea por verse...
Leer más

Trigo limpio

La verdad es que no sé por dónde empezar. Porque la novela ganadora del Premio Biblioteca Breve 2021 es tan ambiciosa, compleja y a la vez hipnótica que todo lo que diga en estas pocas líneas no alcanzará a explicar ni levemente lo que he experimentado en el camino. Simplificando mucho, Trigo...
Leer más

La hija del barquero

Con lo mucho que me gusta huir de la realidad, con lo que me apetece siempre tirar de la imaginación e inmiscuirme en vidas muy distintas a la mía a través de la ficción, últimamente solo me rondan proyectos biográficos. Que no se me malinterprete. Parece que he arrancado con una queja, o una...
Leer más

Días extravagantes

Desde la palabra «Existo» con que se inicia la novela Días extravagantes, de la escritora sevillana María del Monte Vallés, uno ya se pone en guardia. Y más aún al enfrentarse a la descripción del espacio en el que esa voz narradora dice existir, que parece una campana de laboratorio, un lugar...
Leer más

Rebecca

«Anoche soñé que volvía a Manderley». No sé si podría considerarse un comienzo digno de esas célebres listas que recogen los mejores arranques novelísticos, pero sí creo que continúa siendo uno de los más conocidos en la historia de la literatura y del cine. Y es que muchos lo escucharemos...
Leer más

El aire de Chanel

Que a mí el mundo de la moda me interesa más bien poco no tengo ni que decirlo. Basta verme andar por esas calles de Dios con pantalones heredados de mis hijas, camisetas agujereadas por el gato y el pelo siempre cortado y/o recogido en función exclusivamente de mi comodidad. Los zapatos, ni los...
Leer más

Yo, mentira

«Antes observaba los coches que paraban a nuestro lado en los semáforos y me asustaban esas parejas que no hablaban entre sí. Solía reírme de ellas para disimular. Ahora, en el nuestro, la única voz que suena por encima de la radio es la del GPS palpitando desde los altavoces». Con estas palabras...
Leer más

Historia de una novela

Que Thomas Wolfe es uno de los escritores más grandes del siglo xx nadie lo pone en duda. Que es posible conocerlo más o menos bien a través de su obra, extensa a pesar de su corta vida, tampoco se nos esconde. («Como ya he dicho, tengo la convicción de que todo trabajo creativo serio debe ser en...
Leer más