El ojo de la cerradura

Tuve la suerte de asistir a la presentación en Madrid de este libro de Nelson Verástegui merecedor del IX Premio Internacional Vivendia-Villiers de Relato. Escuché de sus labios que eran un tropel de historias de diferentes facturas y escritas en distintos momentos y que quizás nunca tuvo intención de reunirlas en un solo volumen. Para nuestra suerte, acabó por hacerlo, y el resultado es esta travesía por un lenguaje exuberante y a la vez contenido, de frases cortas e ingeniosas, de extravagancias, de incursiones en una inteligente ciencia ficción, de observación del hombre, ese bichito insuperable para ser estudiado si se tiene la paciencia y las cualidades de un entomólogo.

Encabezado cada relato por unas etiquetas que nos orientan ligeramente sobre qué nos vamos a encontrar, nos sorprende la familiaridad con la que trata las situaciones surrealistas, el manejo de los diálogos, la voz propia que se impone y nos domina, que nos somete con una capacidad hipnótica que ya quisiera más de un escritor para sí.

El relato que da nombre al libro es el más extenso, quizás el más complejo. En él se cruzan historias de amor y desamor, de engaños y viajes, de personas tan diferentes como una administradora de empresas y «un poeta loco y apasionado con mucha imaginación», detrás de quien, a lo mejor, se esconde el propio autor.

Pero sería simplista encontrar a Nelson en cada uno de esos personajes (no todos son humanos, quiero recordarlo, pues hay termitas con voz y ratones que huyen). Algunos sufren mucho; otros solo contemplan. Los hay que desaparecen engullidos por una pantalla de ordenador a pesar de que preferiríamos verlos volando en «La alfombra voladora» que les ofrece la magia de Túnez, aunque en todos la descripción magistral de los espacios y ambientes es la que nos captura y nos envuelve para formar parte irrenunciable de la historia.

Amnesias inexplicables y otros milagros médicos, juicios tardíos con abogados octogenarios que defienden su honor más que otra cosa; encuentros en tabernas de extraordinarias consecuencias; funámbulas noctámbulas; una casa con cualidades disolventes (al parecer, quien va a vivir a ella acaba por separarse de su pareja); polvorientas tiendas de antigüedades donde arreglar matrimonios; hoteles regentados por madres e hijas de buen ver; ciegos que, entre otra cosas, no encuentran el amor; divanes dispuestos para el psicoanálisis; juegos de palabras y divertidas anfibologías, pues el humor es otro ingrediente necesario para salir con éxito de la empresa de la literatura y de la vida; textos antiguos con destinatarios de hoy en día y otros documentos que precisan urgente traducción...

Está claro que el interés de Nelson Verástegui por las cuestiones idiomáticas tiene algo que ver con sus estudios de posgrado (es especialista en tratamiento automático de lenguas naturales, algo que nos sonó a los presentes a ciencia ficción pero que en él se traduce en ocasiones en ficción científica), aunque quien tiene la suerte de haber participado con él en cadáveres exquisitos y otros juegos sintácticos solo puede reconocerle sus amplios conocimientos en la materia, su flexibilidad en los registros y, por encima de todo, su imaginación sin límites; ingredientes todos ellos imprescindibles para que el resultado sea este: un conjunto de resultados maravillosos para observarlos a través del ojo de la cerradura o leerlos entre amigos al recuerdo de ciertas tardes memorables en el café Cósmico de Madrid.

Nelson Verástegui (Bogotá, Colombia, 1954)

Llegó a Europa con una beca del Gobierno francés para estudios de postgrado que terminó en 1982 en Grenoble, donde se especializó en tratamiento automático de lenguas naturales. Anteriormente a El ojo de la cerradura publicó el libro de relatos Las seis y una noches y la novela El baúl de Napoleón, y ha participado en diversas antologías, como Las estratagemas del amor, El último Borbón, París, Nueva York, Yo también escuchaba el parte de RNE, El sabor de tu piel, Relatos en corto para lectores inteligentes con prisa y Antología del relato negro I, entre otros.

Elena Marqués

El ojo de la cerradura

No se encontraron comentarios.

Nuevo comentario

Los libros que leo

Animales del parque

Animales del parque, segundo libro de cuentos de Mila Guerrero, se inicia con unas palabras preliminares de la propia autora sobre lo que habrá de venir. Y, si bien nos avisa de que hablará de padres y madres, de las angustias y sinsabores (junto a, también, la extrema felicidad, todo hay que...
Leer más

Manifiesto por la lectura

El opúsculo Manifiesto por la lectura, del fenómeno literario (entiéndase en el buen sentido) Irene Vallejo, fue concebido como preámbulo de un Pacto por el Libro demandado por el sector. Algo que dice mucho de nuestro país, que haya que incitarnos a sumergirnos en un texto y recordar las múltiples...
Leer más

La forastera

Que la protagonista de la narración va a ser una mujer enfrentada a un problema (¿les parece poco la lucha por la supervivencia?) ya lo anuncia el título. Su historia, la historia de Angie, es narrada en primera persona, en un expresivo presente[1] en el que la acompañamos sin darnos cuenta. Con un...
Leer más

La acústica de los iglús

Por circunstancias que prefiero no contar, porque me dejarían en ridículo, no he leído La acústica de los iglús hasta hace unos días. Y, aunque había escuchado magníficas críticas sobre la ópera prima de Almudena Sánchez, que quedó finalista en premios tan prestigiosos como el Ojo Crítico y el...
Leer más

Las voladoras

Conocí a Mónica Ojeda a través de Mandíbula. Y, si bien ya entonces me pareció una solvente novelista, como cuentista me parece algo extraordinario. Ubicada, según ella misma se define, en la línea investigadora del gótico andino, Ojeda nos regala en Las voladoras ocho relatos atravesados por la...
Leer más

Mi niñera fue la bruja Avería

Con Mi niñera fue la bruja Avería nos enfrentamos, más que a un libro de poemas, a una forma de estar en el mundo. Yo diría, más bien, a una forma de expresar el malestar con el mundo, donde su autora dice naufragar pues (y utilizo sus propias palabras), al parecer, «la deriva no termina nunca». Yo...
Leer más

Naturaleza

En un libro, todo debe significar, y las cinco citas elegidas como preludio a Naturaleza, primer poemario de José Iglesias, nos dan muchas pistas de lo que vamos a encontrar en él. Ya aviso que, en contra de lo que anuncia el título, no hay flores ni árboles aquí, ni atardeceres, ni la presencia...
Leer más

Cuaderno de laboratorio

En un documento encontrado en la página web de la Universidad del País Vasco se explica lo siguiente: «Hacer un experimento no se limita a preparar disoluciones y a realizar medidas con aparatos diversos. Cualquier científico está obligado a elaborar un informe escrito de las actividades que ha...
Leer más

Eva mitocondrial

Desde las páginas del prefacio, en el que he tenido el honor de participar, hasta el extenso canto que cierra el libro, el poemario Eva mitocondrial, de la escritora Reyes García-Doncel, que por primera vez incursiona en el género lírico, se plantea como un viaje a la feminidad, que es como decir...
Leer más

El mar, el mar

Me sumerjo en El mar, el mar tras la lectura de un breve y subjetivo prólogo de Álvaro Pombo en el que nos explica su descubrimiento de Iris Murdoch y, por medio de su obra, de la realidad de su país. Algo que puede resultar extraño no solo porque conocer la realidad a través de la ficción apunta a...
Leer más