Renovarse o qué

A lo tonto a lo tonto, publico en mi ventana cada lunes desde octubre de 2014, con alguna interrupción vacacional y por causa de fuerza mayor; algo que suena a catástrofe pero no siempre lo es. Al principio lo hacía con la pretensión de que fuera un espacio para conocer mi obra, que es escasa y poco significativa; más tarde especializándome en la grata tarea de compartir lecturas ajenas, reseñando por encima de mis posibilidades hasta el punto de que, de nuevo a lo tonto a lo tonto, se me han abierto múltiples ventanas donde continuar esa labor, no sé si por haber demostrado cierta destreza en el noble arte de la crítica literaria o porque he caído simpática en determinados círculos de lectores empedernidos. Así, hoy, además de las recensiones que reúno en el apartado «Los libros que leo», aparece mi firma en el gabinete del Doctor Goodfellow, que comparto con los maravillosos Aurora Delgado, Miriam Palma, Carlos Torrero y Manuel Valderrama (los he puesto por orden alfabético, no por mayor o menor importancia en mi anchuroso corazón); en las prestigiosas Estado Crítico y Culturamas; en, desde hace nada, por mediación del poeta Jesús Cárdenas, Caocultura; en la revista especializada en aforismos conducida por José Luis Trullo; e incluso, allende los mares, en Vuela Palabra, dirigida por mi querida Marisol Bohórquez, en ese caso para dar a conocer la obra de escritores de acá por esos mundos no tan lejanos de allá.

La cuestión es que, hace unos meses, otro amigo también escritor, a quien no puedo dejar de mencionar porque es un grande de las letras y un ser estupendísimo, Raül Vaca Rey, me sugirió retomar la idea original de promocionarme a mí misma, o de al menos reorganizar la página (palabras textuales no son, pero más o menos me vino a decir que no la entendía muy bien, aunque «en plan» crítica constructiva y luego nos reímos) con vistas a que fuera algo profesional. Será que yo tengo otro oficio aparte (soy correctora de textos, aunque eso ya lo sabéis porque de vez en cuando doy la matraca con el tema) y no me creo aún escritora, que el síndrome del impostor lo tengo tatuado a hierro y me cuesta trabajo todo lo que no sea poner una palabra detrás de otra y ya está. Porque (y ahora nombro a otro escritor), como le escuché una vez decir a José Juan Díaz Trillo, hay quien solo quiere escribir y quien lo que desea es ser escritor (tampoco es textual, pero vosotros me entendéis), y en ese segundo caso se requiere hablar continuamente de la obra propia, mucho más que de la ajena, presentar el libro en varios sitios aunque no acuda nadie, firmar en ferias, conceder entrevistas, anunciar a bombo y platillo la aparición de una próxima novela, dar un poquito la tabarra en las redes sociales, cuidar la imagen (no me refiero a peinarse uno más o menos bien, sino a atender y administrar la máscara o invención que hacemos de nosotros mismos), sonreír mucho y un largo etcétera que parecen tareas secundarias pero se comprueba una y otra vez que tienen su aquel, pues, en mi modesta opinión, hay muchos escritores buenos que jamás serán reconocidos por ser humildes o no confiar demasiado en sí mismos mientras se publican cosas que bien podríamos ahorrarnos.

Bueno, toda esta perorata es para anunciar que igual en breve renovaremos la página, gracias, ya digo, no solo al consejo, sino a la ayuda real de mi amigo Raül, para llenarla con mis escritos, con anuncios de actos y presentaciones, así como con noticias sobre lo que hasta el día en que me muera conformará mis obras completas. No sé si es buena idea, pero resulta que, con la edad que ya va una gastando, lo de renovarse o morir empieza a convertirse en una realidad terrible, y por qué no iniciarse con algo tan intrascendente y cotidiano como abrir una ventana los lunes y ver qué sucede.

Elena Marqués

 

Renovarse o qué

renovarse, sí.

Pues yo estaré siguiendo el orden y el desorden de esta casa tuya. Y seré feliz visitándola. Leyendo los libros que tú lees, y ojalá pronto también los que tú escribas, porque los que has escrito, querida, ya están leídos y releídos, y siempre disfrutados.

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