Toledo

Veinticinco años más tarde, Toledo. La ciudad imperial. La de las Tres Culturas. Cuna de Garcilaso. Sitio de El Greco.

De aquella visita veraniega, en la que iba, además, embarazada de mi hija mayor (náuseas, sueño, etcétera), recordaba casi en exclusiva las cuestas, el excesivo calor, la profusión de turistas. Y, como en un sueño, el bosque de columnas blancas en la sinagoga de Santa María, el duelo frente al señor de Orgaz, el insolente barroco de El Transparente catedralicio. Un escueto recorrido por el museo de Santa Cruz, urgidos por la prisa. De hecho, solo asoma a mi memoria, tras la inconmensurable fachada del antiguo hospital, portada plateresca de Covarrubias incluida, la anchura azul de un pendón de la batalla de Lepanto, con sus reminiscencias cervantinas y lopescas, con su carga de historia.

Fue aquel viaje, como todos, un vuelo rasante, un picoteo de apenas unas horas que me supo a poco y que un cuarto de siglo después vuelve a resultar tan parvo que se marcha una con el corazón encogido.

Pues, ya de retirada, después de disfrutar del Arte de una ciudad bendecida como pocas por ese regalo de factura humana que a mí, personalmente, me provoca tantísima emoción (resulta imposible explicar en pocas líneas la sala capitular de la Primada, cubierta por la pintura de Luca Giordano, el cuadro de El expolio al fondo, con su herida de luz serenamente roja), aún tuve tiempo de recorrer un fragmento de las orillas del Tajo, quebradas frente a los Jardines del Tránsito (sus cigarrales como pájaros mudos vigilando nuestra muda sorpresa), más llanas en las cercanías del puente de Alcántara, donde mi imaginación ubica a las femeniles protagonistas de las églogas de Garcilaso, donde aún se puede escuchar «el dulce lamentar de dos pastores». Donde el río nos evoca demasiado. Desde la máxima de Heráclito hasta las coplas manriqueñas. Desde el trágico Leteo hasta los gancheros de Sampedro.

No quiero añadir nada más, salvo este crepúsculo son que el camino de vuelta tuvo a bien obsequiarnos. Esperemos que el destino nos traiga más días como estos.

Elena Marqués

Toledo

No se encontraron comentarios.

Nuevo comentario

Los libros que leo

Animales del parque

Animales del parque, segundo libro de cuentos de Mila Guerrero, se inicia con unas palabras preliminares de la propia autora sobre lo que habrá de venir. Y, si bien nos avisa de que hablará de padres y madres, de las angustias y sinsabores (junto a, también, la extrema felicidad, todo hay que...
Leer más

Manifiesto por la lectura

El opúsculo Manifiesto por la lectura, del fenómeno literario (entiéndase en el buen sentido) Irene Vallejo, fue concebido como preámbulo de un Pacto por el Libro demandado por el sector. Algo que dice mucho de nuestro país, que haya que incitarnos a sumergirnos en un texto y recordar las múltiples...
Leer más

La forastera

Que la protagonista de la narración va a ser una mujer enfrentada a un problema (¿les parece poco la lucha por la supervivencia?) ya lo anuncia el título. Su historia, la historia de Angie, es narrada en primera persona, en un expresivo presente[1] en el que la acompañamos sin darnos cuenta. Con un...
Leer más

La acústica de los iglús

Por circunstancias que prefiero no contar, porque me dejarían en ridículo, no he leído La acústica de los iglús hasta hace unos días. Y, aunque había escuchado magníficas críticas sobre la ópera prima de Almudena Sánchez, que quedó finalista en premios tan prestigiosos como el Ojo Crítico y el...
Leer más

Las voladoras

Conocí a Mónica Ojeda a través de Mandíbula. Y, si bien ya entonces me pareció una solvente novelista, como cuentista me parece algo extraordinario. Ubicada, según ella misma se define, en la línea investigadora del gótico andino, Ojeda nos regala en Las voladoras ocho relatos atravesados por la...
Leer más

Mi niñera fue la bruja Avería

Con Mi niñera fue la bruja Avería nos enfrentamos, más que a un libro de poemas, a una forma de estar en el mundo. Yo diría, más bien, a una forma de expresar el malestar con el mundo, donde su autora dice naufragar pues (y utilizo sus propias palabras), al parecer, «la deriva no termina nunca». Yo...
Leer más

Naturaleza

En un libro, todo debe significar, y las cinco citas elegidas como preludio a Naturaleza, primer poemario de José Iglesias, nos dan muchas pistas de lo que vamos a encontrar en él. Ya aviso que, en contra de lo que anuncia el título, no hay flores ni árboles aquí, ni atardeceres, ni la presencia...
Leer más

Cuaderno de laboratorio

En un documento encontrado en la página web de la Universidad del País Vasco se explica lo siguiente: «Hacer un experimento no se limita a preparar disoluciones y a realizar medidas con aparatos diversos. Cualquier científico está obligado a elaborar un informe escrito de las actividades que ha...
Leer más

Eva mitocondrial

Desde las páginas del prefacio, en el que he tenido el honor de participar, hasta el extenso canto que cierra el libro, el poemario Eva mitocondrial, de la escritora Reyes García-Doncel, que por primera vez incursiona en el género lírico, se plantea como un viaje a la feminidad, que es como decir...
Leer más

El mar, el mar

Me sumerjo en El mar, el mar tras la lectura de un breve y subjetivo prólogo de Álvaro Pombo en el que nos explica su descubrimiento de Iris Murdoch y, por medio de su obra, de la realidad de su país. Algo que puede resultar extraño no solo porque conocer la realidad a través de la ficción apunta a...
Leer más