Feria del Libro en La Rinconada

El viernes pasado, 28 de abril para más señas, tuve la suerte de compartir unos momentos mágicos en la Feria del Libro de La Rinconada. Invitada por Míriam Nisa, inmejorable anfitriona; y acompañada por los también poetas Tomás Sánchez, Ana Isabel Alvea, Antonio Iglesias, Noelia Serradilla, Míriam Palma, Carlos Rivero, Iván Onia, María José Collado, Juan Cuevas y Alejandro Lérida, subí al escenario del teatro del Centro Cultural de la Villa y allí, con un nutrido público (algo que hay que agradecer y destacar, dado lo adverso de la climatología y el escaso interés que dicen despierta el género), dejamos que la Poesía tomara las tablas acompañada por el piano de Mariano Alda y la guitarra de Juani de La Algaba. La mayoría declamó versos propios; pero no faltaron palabras de homenaje a Bob Dylan por soleares; a Gloria Fuertes, a la que ya le habían dedicado algún acto; y a Miguel Hernández, de cuya muerte se celebra el 75 aniversario. A mí me tocó la mejor parte, que fue precisamente recordar algunos de los versos del poeta de Orihuela. Y, para presentarlo, preferí tomar palabras de Neruda, su gran amigo, y luego recitar el extenso poema «A mi hijo», su Manuel Ramón muerto a los pocos meses. No es de los más conocidos y por eso quiero dejároslo aquí, aunque, en medio de otra feria bastante más mediática, la de los farolillos invisibles, pocos van a entretenerse en abrir esta ventana y pasear por la belleza…

Te has negado a cerrar los ojos, muerto mío,

abiertos ante el cielo como dos golondrinas:

su color coronado de junios ya es rocío

alejándose a ciertas regiones matutinas.

Hoy, que es un día como bajo la tierra, oscuro,

como bajo la tierra, lluvioso, despoblado,

con la humedad sin sol de mi cuerpo futuro,

como bajo la tierra quiero haberte enterrado.

Desde que tú eres muerto no alientan las mañanas,

al fuego arrebatadas de tus ojos solares:

precipitado octubre contra nuestras ventanas,

diste paso al otoño y anocheció los mares.

Te ha devorado el sol, rival único y hondo,

y la remota sombra que te lanzó encendido;

te empuja luz abajo llevándote hasta el fondo,

tragándote; y es como si no hubieras nacido.

Diez meses en la luz, redondeando el cielo,

sol muerto, anochecido, sepultado, eclipsado.

Sin pasar por el día se marchitó tu pelo;

atardeció tu carne con el alba en un lado.

El pájaro pregunta por ti, cuerpo al oriente,

carne naciente al alba y al júbilo precisa;

niño que solo supo reír, tan largamente,

que solo ciertas flores mueren con tu sonrisa.

Ausente, ausente, ausente como la golondrina,

ave estival que esquiva vivir al pie del hielo:

golondrina que, a poco de abrir la pluma fina,

naufraga en las tijeras enemigas del vuelo.

Flor que no fue capaz de endurecer los dientes,

de llegar al más leve signo de la fiereza.

Vida como una hoja de labios incipientes,

hoja que se desliza cuando a sonar empieza.

Los consejos del mar de nada te han valido.

Vengo de dar a un tierno sol una puñalada,

de enterrar un pedazo de pan en el olvido,

de echar sobre unos ojos un puñado de nada.

Verde, rojo, moreno: verde, azul y dorado;

los latentes colores de la vida, los huertos,

el centro de las flores a tus pies destinado,

de oscuros negros tristes, de graves blancos yertos.

Mujer arrinconada: mira que ya es de día.

(¡Ay, ojos sin poniente por siempre en la alborada!)

Pero en tu vientre, pero en tus ojos, mujer mía,

la noche continúa cayendo desolada.

Miguel Hernández

 

 

 

Feria del Libro en La Rinconada

No se encontraron comentarios.

Nuevo comentario

Los libros que leo

La casa de los gatos

Conocí a Gregorio Verdugo en una tertulia literaria. En «nuestra» tertulia, que es también, y/o sobre todo, una reunión de amigos. Gente que se congrega en torno al «vicio» común de la Literatura. Gente que lee y (alguna) escribe. Todos esperamos de un escritor que cada libro que presente sea mejor...
Leer más

Cenizas y rosas

Escribir sobre el duelo, sobre perder a un padre y sentir al fin el significado de la palabra orfandad, no creo que sea fácil. Y mucho menos si lo que se propone la autora es, además, dejar constancia del más o menos largo tiempo previo en que la vejez impone su exasperante lentitud, sus múltiples...
Leer más

Días de redención

«Los recuerdos se complacen en visitarnos / a su capricho». Así se inicia el poema «María», de Días de redención; un libro en el que de nuevo escuchamos la voz clara a la vez que profunda de Tomás Sánchez; un compendio en el que vuelve sus ojos al piélago de su pasado y recorre, con evidente...
Leer más

Velocidad de los jardines

Casi treinta años después de su publicación, aún seguimos leyendo Velocidad de los jardines; un libro inaugural de lo que el mismo autor denomina «postcuento» o «anticuento» o un lugar donde se superan fórmulas gastadas y se abren ventanas con vistas a. Un experimento exitoso. Se inicia este...
Leer más

Apuntes del natural

Se diría, por el nombre del poemario, que en Apuntes del natural la escritora sotileña Lola Almeyda ha decidido cambiar de armas. Es obvio que no, que sigue empleando la de la palabra. Pero esta vez se le antoja erigirse en creadora y arquitecta; en diosa (aunque «nunca quise ser Dios», pues conoce...
Leer más

La pared del caracol

Desde el principio, el título del nuevo libro de Ana Isabel Alvea me enfrentó a una curiosidad, más que a un misterio. Es lo que tienen las anfibologías. ¿A qué se refiere con La pared del caracol? ¿Al muro que gana el gasterópodo con exasperante lentitud y paciencia, a la tapia por la que resbala...
Leer más

El camino imperfecto

Hace poco, en la consulta del Doctor Goodfellow, mostré mi entusiasmo (creo que lo llamé directamente «enamoramiento») por la escritura del portugués José Luís Peíxoto, en concreto por su Autobiografía; un libro con fondo y hechuras saramaguianos que me hizo disfrutar mucho entre las «estrechas»...
Leer más

Después de muchos inviernos

«Nada empieza en el punto donde creemos que empieza. Las cosas siempre vienen de algún momento anterior, lejos de nosotros, y terminan en un futuro que ni siquiera sospechamos». Hace poco compartí en redes estas palabras de Marian Izaguirre porque creía haber leído algo parecido en algún sitio. Y...
Leer más

Antes del Paraíso

«A mi padre, a mi madre, les faltaba alguna cosa». No es que esta frase sea una de las más brillantes del libro, pero si la traigo aquí, a esta ventana, es porque estoy segura de que a todos nos falta más de una cosa (por eso, como el padre de Jorge en el primer relato, escribimos y, sobre todo,...
Leer más

Bajamares

Por una vez voy a empezar por el principio: por los paratextos que anteceden esta alucinante y alucinada Bajamares de Antonio Tocornal. Porque si las citas de Rulfo y Cristóbal Serra nos sugieren que habremos de sumergirnos en un tiempo y en un espacio profundamente oníricos, la de Francisco de...
Leer más