En el río trenzado

Pasamos la vida salvando encrucijadas y planteándonos si habremos acertado en la elección. Dos conjunciones juntas, la copulativa «y» y la condicional «si», que, bajo ese aspecto insignificante, entrañan un gran peligro. Yo misma (pero quién no, diréis) incluí una reflexión acerca de eso en mi última novela, que sigue inédita por eso del «y si» del que acabo de hablar. Y si no es todo lo buena que en ocasiones me parece, y si ganara algún premio sustancioso, y si la vuelvo a escribir otra vez, y si no es el momento adecuado para que salga a la luz porque no tengo ganas de mirarme en el espejo...

Hace unos cuantos años, el encumbrado Paul Auster dedicó demasiadas páginas, y quiero imaginar que mucho tiempo, a escribir cuatro posibles vidas para un personaje llamado Archibald Ferguson; una fórmula que como punto de partida me parecía interesante pero que a mí me aburrió muchísimo, tal como manifesté en esta misma ventana para sorpresa, me figuro, de los incondicionales de Auster, de ese buen número de lectores que tienen al estadounidense encumbrado en su pedestal. En ese mismo tiempo a mi querida amiga Reyes García-Doncel, que entonces solo había publicado Sin noticias de Acuario y No soporto tu luz, le asaltó la misma idea, y, al ver que el escritor de Newark se le había adelantado, y considerando, además, que no podría competir con él y con su fama, la abandonó para dedicarse por entero a otro proyecto que desembocó en la publicación de Ulises con alma ajena.

Pues bien, se ve que la idea sobre la novela que es varias novelas se le enquistó a García-Doncel en los dedos y finalmente decidió darle forma, y he de decir que, para mí, En el río trenzado es la más perfecta de sus historias y también, por supuesto, mucho mejor que la de Auster. Y no es pasión de amiga.

La vida de Ana, en un mismo contexto y en circunstancias vitales semejantes, teniendo en cuenta que las decisiones de unos afectan siempre a las existencias de otros, se divide en cuatro vidas diferentes, aunque todas ellas regidas por elementos que sí que se nos han impuesto (llamémoslo «destino», que es un término mucho más literario que «código genético», por ejemplo). De hecho, tres son las decisiones fundamentales que rigen de algún modo el devenir de la protagonista: las referentes al amor, a la profesión-vocación (no necesariamente juntas) y a la maternidad. Dependiendo de sus elecciones en esos terrenos siempre movedizos, nos enfrentaremos a una Ana distinta, aunque en el fondo latan parecidas inquietudes, los mismos afectos y desafectos hacia su entorno. Y aunque el final de su historia, por esa suerte, o más bien fatalidad, que impone el capricho de proteínas y células, seguramente seguiría siendo el mismo, se nos ofrece la oportunidad de seguir esos caminos prácticamente infinitos y esperanzadores de la posibilidad (me he acordado del premiado Bajamares de Antonio Tocornal) e imaginar otras muchas sendas para su protagonista y, por qué no, para los personajes que la acompañan, entre familia, parejas y amigos, algunos de los cuales bien se merecerían su propia novela.

La narración está concebida como cuatro relatos independientes, y de esa forma pueden ser leídos; pero, en vez del barullo de entrelazarlas todas e ir avanzando por etapas, se prefiere la claridad (tanto se lo agradezco a ella como se lo critico a Auster) de trazar de principio a fin cada una de las historias, si bien la autora se permite la licencia de enfrentar a Ana a ciertos pasajes fronterizos en que se vislumbra como otra Ana distinta, vividora de otras circunstancias, conocedora de otras facetas del entorno (pienso en los secretos del padre, por ejemplo). Unos momentos que se ocupa Reyes de hacernos notar con el recurso de la tipografía para que vivamos con plena consciencia ese temblor, ese vértigo de los mundos paralelos que conviven siempre en nosotros.

No he comentado, pero es el momento, que buena parte la historia se desarrolla en la ciudad imaginaria de Gápalis, cuyo nombre nos conduce a las ciudades que García-Doncel habita y que la habitan, una pseudoSevilla con mar y viento de levante, con unas misteriosas marismas cercanas donde vive la abuela de la protagonista, la mágica Sabina, inspirada en un personaje ancestral que la autora se encargó de retratar en su poemario Eva mitocondrial y que resulta muy rica en matices, una mujer sabia, esencial, aferrada a la tierra, a la naturaleza, con ciertas dotes visionarias.

También resulta fascinante el padre de la protagonista, que, como ella misma, decidiría en su día entre su vocación artística (la pintura) y una profesión «seria» (profesor de ciencias físicas), por no hablar de otras decisiones más íntimas y arriesgadas que, teniendo en cuenta los años en que se desarrolla la trama (de nuevo la autora, como en Sin noticias de Acuario, aprovecha las evoluciones del argumento para retratarnos unos años decisivos en la historia de España), cobran un carácter tierno y dramático.

Y cómo no hablar de la madre de Ana, quizás el ejemplo más claro de hasta qué punto, en determinados momentos, las elecciones no fueron tales, pues ¿podían las mujeres en el siglo pasado plantearse como hoy trabajar y tener una familia sin tantas renuncias?

En fin, un libro fascinante, porque el tema lo es, pero también el estilo de García-Doncel, que ha ganado en profundidad, que se siente muy trabajado, con destellos poéticos, voces diferentes y una naturalidad que hace que nos deslicemos con fluidez por el texto.

Así que le vuelvo a decir a Reyes, que temía que la fórmula elegida, con pasajes o momentos semejantes, pudiera aburrir, que se quede tranquila, y, más que eso, que tiene que sentirse orgullosa de un trabajo bien hecho al que le auguro muchos lectores. Posiblemente no tantos como al 4 3 2 1 de quien dijimos, porque el azar, tan querido para él, sitúa a unos en Nueva York y a otros en Gápalis; pero sin lugar a dudas yo me quedo con En el río trenzado y la humanidad y verdad de sus personajes, que es lo que uno busca en los libros casi tanto como en la vida.

Elena Marqués

Reyes García-Doncel (Sevilla, 1957) es licenciada en Farmacia. Además de las novelas Sin noticias de Acuario (Editorial Paréntesis, 2011), No soporto tu luz (Ediciones en Huida, 2015) y Ulises con alma ajena (Triskel Editores, 2018) y el poemario Eva mitocondrial (Ediciones en Huida, 2020); su participación en algunas antologías, como Lugares de paso (2006), Arena en los zapatos (2007), Así os ponemos los cuernos las mujeres (2009), Hidra verde. Relatos farmacéuticos (2015), La guerra nuestra (2016), La Inopia de las letras (2018) y Árbol de Alejandría (2019), ha escrito libros de texto y guías didácticas, prólogos y reseñas, y publicado en las revistas literarias TelegráficaBlanco sobre negro y en varios blogs de literatura. Mantiene activo su «Universo introito»concebido como cuaderno de aprendizaje literario; y copresenta el programa semanal La Inopia, dedicado a la difusión de la literatura.

 

 

En el río trenzado

No se encontraron comentarios.

Nuevo comentario

Los libros que leo

Eterno amor

Que el manejo de la brevedad es un don lo estoy comprobando en estos días. Y que la concentración poética solo puede ser beneficiosa para un texto como este. Es admirable la forma de encerrar, en unos pocos términos bien elegidos, todo un universo; de describir, por ejemplo, con cuatro pinceladas...
Leer más

"Al final del miedo", de Cecilia Eudave, o cómo sortear el vacío

Hace poco, en una charla con cuentistas de la talla de Andrés Neuman, Antonio Ortuño, Eloy Tizón y José Ovejero, alguno de los asistentes se interesó por la fórmula para trabajar un libro de relatos, si estos podían ser independientes o era recomendable (aunque nunca hay reglas, eso está claro)...
Leer más

Salir, salir, salir...

Soy especialista en tristezas. En ocultarlas. En intentar sortearlas. Como buena (o mala) parte de la humanidad, he tomado Prozac. Me he sentido sobrepasada por las circunstancias. Con absolutas ganas de morirme. Pero posiblemente, aunque lo hubiera intentado, no habría sido capaz de escribir un...
Leer más

Contra la España vacía (que no contra España)

«Entiendo mis libros como parte de un esfuerzo centenario por explicar el país en el que vivo», comenta Del Molino en su introducción a Contra la España vacía. Muchas vidas le harían falta al escritor y periodista aragonés para poner algo en claro. Aunque pienso que en este último ensayo disipa...
Leer más

Aunque pensemos como Celaya

La entrada en un nuevo año siempre resulta ilusionante. No pregunten por qué, pero tendemos a celebrar un simple giro en el calendario como si fuera a traer la solución definitiva a nuestros asuntos. (Léase al respecto el primer poema de este libro que pretendo reseñar). Pero en esta ocasión el...
Leer más

¿Por qué no te callas?

En un mundo lleno de ruido, bien nos viene que alguien, de vez en cuando, nos haga callar. Porque posiblemente muchos de nosotros, pseudoescritores, pseudopoetas, casi pseudópodos en muchos aspectos por eso de arrastrarnos para que nos echen cuenta, somos los que más sobramos en esto de escribir y...
Leer más

Canción. Noticia de un secuestro (y II)

Conocí a Eduardo Halfon a través de su libro de relatos El boxeador polaco y la recomendación de mi amigo Carlos Torrero. Andábamos (o todo lo contrario) confinados por la pandemia y su lectura me permitió viajar entre Belgrado y la música de Milan Ravic, entre el Halfon escritor y el Eduardo...
Leer más

Dicen los síntomas o la corporeidad del lenguaje

A los hipocondriacos cada síntoma debe presentárseles como una verdadera maldición. Para ellos, cualquier tipo de señal del cuerpo, más que decir, más que hablar, les grita cosas terribles, los aproxima irremediablemente a la muerte. Y a la muerte en una habitación de hospital espera la...
Leer más

Nunca sabrás quién fui. Jugando al quién es quién

Quienes me conocen, si es posible conocer a alguien de verdad (y ahí lo dejo), saben de mi afición por los malabares literarios, mi inclinación por lo metaficticio y lo autorreferencial, por los límites y cómo traspasarlos. Porque, como muchos, estoy convencida de que nuestra vida, también la de...
Leer más

Lanzarse a «El agua del buitre»

Como muchos de los que braceamos desde hace años en este piélago de la escritura sin demasiado éxito, me considero un ejemplo de buena perdedora. Así que el hecho de que El agua del buitre, el último libro de cuentos de Andrés Ortiz Tafur, vaya dedicado en cuerpo y alma «A los que...
Leer más