Frases sueltas
Me enfrento (por propia voluntad) a la lectura de La broma infinita, aproximadamente mil doscientas páginas de una extraordinaria distopía en la que los años toman nombre de grandes compañías patrocinadoras y la ironía se convierte en género. Su acción transcurre entre un centro de rehabilitación para adictos a las drogas y una academia de tenis de élite en una Norteamérica reunificada donde no faltan peculiares grupos terroristas en silla de ruedas. Como todas las obras de David Foster Wallace, de corte experimental, disecciona con inteligencia y acidez la sociedad posmoderna, que recurre a la adicción debido a su insoportable malestar. De hecho, el autor de esta novela se suicidó tras veinte años sumido en una profunda depresión. La presencia de los medios y la tecnología, descritos con minuciosidad de científico, impacta, mediatiza y distorsiona violentamente la relación del hombre con la realidad. Más o menos como lo que hoy estamos viviendo.
Que me encuentro ante uno de los novelistas estadounidenses más importantes de los últimos tiempos me lo ha hecho ver este conjunto de frases sueltas que quiero compartir aquí. Será que de nuevo la impaciencia me puede y no me veo capaz de esperar a la última página para comentarlo:
Algunas personas son capaces de entregarse a un objeto ambicioso y hacen que esa sea la única entrega a algo que ellos necesitan.
La validez lógica no es garantía de verdad.
Es posible aprender cosas valiosas de una persona estúpida.
El noventa y nueve por ciento del pensamiento de los pensadores compulsivos versa sobre sí mismos.
A la gente que hay que tener más terror es a la gente aterrorizada.
Se necesita mucho valor para mostrarse débil.
Ningún instante individual y concreto es en sí mismo insoportable.
Los demás pueden ver en ti cosas que tú ni siquiera sospechas, incluso aunque sean estúpidos.
La aceptación es por lo general un asunto de cansancio más que de otra cosa.
Todo el mundo es idéntico en su secreta y callada creencia de que en el fondo es distinto de todos los demás.
Y aún no he llegado a la página 300. Auguro un principio de verano interesante…
Elena Marqués