Raíz olvido
Desde que empecé mis estudios en Filología Hispánica, y mucho antes que eso, cada vez que encontraba un libro que no era capaz de clasificar en un género o de resumir en dos palabras me embargaba la emoción de haber hallado algo de valor, un verdadero objeto artístico. Un tesoro. Una gracia.
Es lo que me ocurrió hace ya unos meses, en la Feria del Libro de Sevilla, cuando asistí a la presentación de Raíz olvido; ese diálogo entre Jesús Cárdenas y Jorge Mejías que, a pesar de entablarse desde lenguajes distintos, consigue la comunicación y/o comunión lírica de la pluma y los pinceles, el color y la palabra, el ritmo y la luz, el trazo y la medida, para indagar en la creación y el sujeto poético (en más de una ocasión invoca el nombre y la revelación) tanto como en la vida y la naturaleza, en el símbolo y la ensoñación de la imagen, en la realidad, la verdad (léase la advertencia del principio, donde se nos avisa de que de la lectura/visualización del arte jamás se sale indemne), y su representación. En ese ser incompleto y en perpetua indagación que es el hombre en el tiempo, que escarba «con los dedos la conciencia» mas no siempre descubre las raíces.
La búsqueda sin adjetivos que es toda manifestación creativa se extiende en este libro-lienzo sin los límites estrechos de la página, para que la imagen acompañe, interprete o versione cada una de sus tres partes poéticas («En busca del instinto», «Llamaradas en lo metálico» y «Lo confuso, la tensión»), utilizando un registro en ocasiones surrealista, simbólico, poco figurativo, en el que el código se lanza a la investigación y a la ruptura, a eliminar esas barreras del monolingüismo que suele conllevar cualquier objeto estético.
Poco sé yo de artes plásticas y eso me ha llevado durante un tiempo a posponer esta reseña. De las pinturas de Jorge Mejías apenas puedo decir que dibuja raíces, que siembra la hojarasca, que recorre la espiral del deseo, que relata la música de la «Cadencia creadora» con la misma efectividad que los acordes y las palabras. El color se convierte aquí en un elemento imprescindible que subraya el contenido, desde el mundo de aguas, lunas y gritos azules de «Secuencia de vida» a la «superficie rojiza» de la «Tierra» y al lienzo de «rojo enajenado» de una bestia indomable.
No puedo pasar por alto lo mucho que me llamó la atención el mismo título, tomado de un verso de Francisco Basallote, que aparece citado al principio como uno de los referentes de Cárdenas, por contener en sí una extraña paradoja, por enlazar dos sustantivos sin nexo alguno que establezca cualquier tipo de relación de coordinación o dependencia.
Quizás porque se conciben ambos conceptos, el arraigo y el olvido, como fuerzas parejas, si bien ese mirar la «Roca que se desprende del acantilado» en que se convierten muchos de los poemas de este libro será el que prevalezca, el que impida que estos trazos de pintura y sed terminen desvaneciéndose, pues aunque la duda, lo confuso, la indecisión y el rumor de la ausencia concluyan este periplo; aunque todo fluye y los espejos engañan y «nos hacen cuestionarnos lo que somos», los autores, en este canto al arte, celebran como nunca la vida, y se encuentran más cerca de cruzarse en el último encuentro, más próximos al objetivo último del arte, que no es otro que la verdad de la belleza.
Elena Marqués
Jesús Cárdenas (Alcalá de Guadaíra), licenciado en Filología Hispánica y profesor de Lengua Castellana y Literatura, imparte talleres de creación poética. Ha publicado artículos y libros científicos y didácticos, así como reseñas críticas en distintas revistas; y algunos de sus poemas han sido traducidos al rumano, al bable, al italiano, al francés y al inglés.
Es autor de Algunos arraigos me vienen (2006), La luz de entre los cipreses (2012), Laberintos sin cielo (accésit del V Certamen de Poesía Joven «Florencio Quintero» en 2012); Mudanzas de lo azul (2013); Raíces de ser (primer premio del VI Certamen de Poesía Joven «Florencio Quintero» 2013); Después de la música (2014); Sucesión de lunas (2015); y Los refugios que olvidamos (2016).
Jorge Mejías Garrón, de formación autodidacta, combina su labor pictórica y expositiva con la ilustración editorial, la escenografía y la actividad docente. Decorador de escenarios y atrezzista para televisión y teatro, cuenta también con una amplia experiencia como profesor de dibujo, escultura y pintura.
Lleva exponiendo su obra desde 1990, y en Sevilla lo ha hecho en Ánima, la galería Mistral, en La Barbería, Central Hispano, Fundación El Monte, la Casa de las Columnas, la Taberna del Alabardero, Artistas en el Postigo, en la Galería Art-factory en una exposición colectiva, Casa del Libro, galería del Corral, en la Universidad Pablo de Olavide en su sede de Carmona, en la galería El Pasaje, en el centro cultural Biblioteca de Montequinto, en La Crepería (Camas) y en la Casa de la Cultura de Alcalá de Guadaíra, así como en Caja de Badajoz (Mérida y Zafra) y el Central Hispano de Granada.